Desde tiempos ancestrales, en las mesas de México se han servido platillos que celebran la tierra y la memoria: los quelites. Derivado del náhuatl quilitl, que significa “verdura tierna comestible”, el término engloba una variedad de hojas, tallos, flores y brotes comestibles que tradicionalmente crecían entre sembradíos o en zonas silvestres.
Tradición en cada hoja
Aunque algunas personas tienden a ver los quelites como “hierbas silvestres”, lo cierto es que forman parte esencial de la cocina tradicional mesoamericana. En México se identifican más de 350 especies consumidas como quelite, como pápalo, quintonil, verdolaga, huauzontle, alache, epazote y muchos más.
Estos ingredientes han sido preciosos recursos alimenticios de las comunidades rurales, no solo por su disponibilidad sino por su profundo vínculo con el paisaje y el ciclo agrícola.
Sabor, textura y versatilidad
La riqueza de los quelites no reside solo en su cultura, sino también en su sabor y textura: pueden tener matices terrosos, ácidos, levemente amargos o herbales, según la especie.
Se pueden incorporar de múltiples maneras:
- Crudos, en ensaladas o tacos
- Hervidos o blanqueados como guarnición
- Salteados con ajo o cebolla
- En sopas, caldos o cremas
- Como relleno de quesadillas o tamales
Así, los quelites dan cuerpo, aroma, color y carácter a numerosos platillos locales.
Nutrición que camina con humildad
Aunque muchas veces han sido subestimados, los quelites tienen un perfil nutricional sobresaliente: contienen vitaminas A y C, minerales como calcio, hierro, magnesio, potasio, además de fibra dietética y compuestos antioxidantes.
Por su densidad de nutrientes y bajo contenido calórico, representan un ingrediente óptimo para balancear platillos y sumar beneficios saludables sin sacrificar sabor.
Quelites en la cocina de autor — una invitación al rescate

En Ojitos Negros creemos en rescatar ingredientes que hablan de nuestra tierra. Incluir quelites en nuestra propuesta gastronómica no es solo un guiño al pasado, sino una declaración de identidad viva. Al integrarlos en entradas, guarniciones, rellenos y salsas, los hacemos parte de una cocina de autor que dialoga con lo local.
Cada vez que el comensal prueba quelites reinventados, revive tradiciones, mientras la cocina se posiciona como puente entre cultura y contemporaneidad.